De las marchas colectivas a la canción protesta: movimientos sociales ante la emergencia climática

Frenar el calentamiento global ya no es cosa solo de científicos o intelectuales. Es la gente de la calle la que apela a un cambio de paradigma de las formas más variopintas.
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El avance del cambio climático y la lentitud de los gobiernos en desarrollar políticas firmes para frenarlo está siendo un caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos sociales a favor de la lucha medioambiental. La reivindicación ya no parte solo de entornos científicos o intelectuales. Es la gente de la calle la que apela a un cambio de paradigma económico. Las formas de hacerlo, desde marchas colectivas coordinadas por todo el mundo a ejercicios artísticos llenos de talento y de sarcasmo.

Una parodia musical con mucho fondo

Todas las manifestaciones artísticas son un magnífico catalizador de las preocupaciones sociales de cada generación y, de hecho, cada vez son más los creadores que alzan su voz –o su herramienta de expresión, según el caso- contra el cambio climático.  Lo más interesante de esto es que las revoluciones también se pueden hacer desde el arte, y que la creatividad puesta al servicio de la conciencia puede ser un arma potentísima, da igual si es pintura, cine, música...

De muestra un botón. "Carbon Needs A Price Tag" es una canción con un estilo entre grave y socarrón y una letra que, sin un atisbo de grosería, aborda algunas de las cuestiones más espinosas para empresas y gobernantes en la lucha contra el cambio climático. Juzgad vosotros mismos:

 

 

Este grupo de música se llama The Seastar. Lo forman seis mujeres motivadas y divertidas que, pese a que parodian canciones famosas, en ellas inculcan mensajes realmente importantes y de absoluta actualidad. El del vídeo, la urgencia de poner precio a las emisiones de carbono, será uno de los temas cardinales de la COP25 que se celebra en diciembre en Madrid.

Generación Greta, estudiantes por el clima

La movilización contra el cambio climático más mediática la han protagonizado los jóvenes, quienes han liderado durante los últimos meses el monopolio de las manifestaciones pacíficas planetarias. Así, Fridays for future, el movimiento estudiantil inspirado por Greta Thunberg que ha convertido los viernes en el día oficial para protestar por el clima, ha suscitado en la sociedad entera la preocupación de qué están haciendo sus gobiernos por atajar el problema.

Tanto, que la semana del 20 al 27 de septiembre lograron en su convocatoria a la manifestación por el clima más grande de la historia, la llamada Global Climate Strike, que más de 7 millones de personas en todo el mundo se movilizaran para solicitar medidas urgentes a los gobiernos. El 29 de noviembre, a solo unos jornadas de que se celebre la COP25 Chile en Madrid, el movimiento estudiantil ha convocado de nuevo al mundo para seguir espoleando a los dirigentes que se reúnen y que tendrán que tomar decisiones concluyentes esos días.

Si bien es cierto que, como se demostró en la Cumbre del Clima de Nueva York, el protagonismo de los jóvenes cada vez es mayor, durante estos meses han surgido otros grupos con formas de reivindicación más incómodas para las instituciones.

Extinction Rebellion se ha erigido como el representante de la desobediencia civil pacífica como herramienta de cambio. Este grupo nació en 2018 en Reino Unido, y considera que las formas convencionales de movilización no son eficaces para cambiar las decisiones de organismos gubernamentales en la lucha contra el cambio climático. Su objetivo es el 3,5 %, es decir, alcanzar que ese porcentaje de población se una a sus iniciativas para lograr cambios políticos reales.

Fuente: Ethic, El independiente