Ciudades con coche eléctrico: casos de éxito replicables

Las ciudades sin coches contaminantes mejoran la salud de sus habitantes… y también su economía. Y si no que se lo digan a algunas de las ciudades más sostenibles del mundo. Te contamos por qué.
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Las ciudades sin coches alimentados por combustibles fósiles nos hacen más ricos. Los beneficios se extienden a nuestra salud, al medio ambiente, a la calidad de vida y a la cohesión social. Pero también a la economía local. La prueba de ello es, por ejemplo, la ciudad de Copenhague, la capital danesa ha obtenido 400.000 euros por cada kilómetro de carril bici, demostrando que la movilidad sostenible puede ser rentable y beneficiosa. Te contamos qué significa esto exactamente.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Hacia una movilidad urbana más rentable y sostenible

Los vehículos de combustión, que funcionan mediante gasolina o diésel, son una de las principales fuentes de contaminación del aire en nuestras ciudades. Emiten más de la mitad de las partículas nocivas que respiramos, según Union of Concerned Scientists. Esta contaminación tiene graves consecuencias para la salud humana.

Un estudio publicado en Science of the Total Environment afirma que la exposición a largo plazo a las partículas finas emitidas por los coches puede llevar a enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Además, los automóviles particulares generan el 18 % de las emisiones de CO2, el principal gas causante del efecto invernadero, según ONU Habitat.

Con estos datos en mente, algunas zonas urbanas han decidido cambiar la movilidad en sus calles y carreteras. El objetivo es reducir la presencia de los coches particulares contaminantes (es decir, los que funcionan mediante gasolina o diésel). Las principales medidas incluyen la peatonalización de espacios, el aumento de los carriles bici o las restricciones de acceso al centro a los coches de  .

 

Así transforma el norte de Europa su movilidad

Oslo es una de esas ciudades que dejaron atrás el estridente rugido de los motores de combustión para dar paso a una movilidad más limpia protagonizada por los no emisiones. Un hito que le hizo ganarse, junto con otros factores, la primera posición del Índice de Ciudades Sostenibles desarrollado por la consultora ARCADIS y el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos.

La capital noruega lleva años despuntando por su sistema de transporte sostenible. De hecho, Noruega destaca por ser el paraíso del coche eléctrico: el año pasado, nueve de cada 10 coches vendidos fueron eléctricos, con una cuota de mercado de casi el 80 %.

Tras años de incentivos que favorecían al coche eléctrico frente al de combustión, ahora el gobierno noruego trata de ir un paso más allá impulsando el uso del transporte público en detrimento del vehículo privado.

 

“En Noruega, nueve de cada 10 coches vendidos fueron eléctricos, con una cuota de mercado de casi el 80 %”.

 

Una meta en la que ciudades como Copenhague ya llevan la delantera. Y es que la capital danesa está cerca de convertirse en una ciudad sin coches. Desde la década de los setenta, esta localidad ha perseguido un objetivo claro: fomentar el uso de la bicicleta. Para lograrlo, invirtió en la creación de una red extensiva de carriles bici que facilitaban la circulación segura y eficiente de los ciclistas.

Los resultados de estas políticas son evidentes y hablan por sí solos. En un período de apenas cinco décadas, y gracias a sus casi 400 kilómetros de carriles bici, ha conseguido que este medio de transporte sea la opción predilecta de sus ciudadanos. El 56% de los habitantes de la capital utilizan la bicicleta a diario para sus desplazamientos; el 20% opta por el transporte público; y el 14% se decanta por el coche.

El alcance de estos planes va más allá de la mejora de la calidad del aire. En su ambición por convertirse en una “ecometrópolis” líder, la capital danesa incluye en la toma de decisiones los costos y beneficios económicos relacionados con el automóvil y la bicicleta.

Por cada kilómetro de carril bici, Copenhague genera 400.000 euros de beneficios al año a través de la reducción de los costes del transporte, la atención sanitaria y los accidentes. El municipio gana 16 céntimos por cada kilómetro de carril bici. El análisis revela que cada kilómetro recorrido en coche o en bicicleta supone un coste para la sociedad, aunque el coste de conducir un coche de combustión fósil es más de seis veces mayor (0,50 euros/km) que el de la bicicleta (0,08 euros/km).

 

“Por cada kilómetro de carril bici, Copenhague genera 400.000 euros de beneficios al año”.

 

Además, existen otros beneficios que mejoran la calidad de vida de los individuos, como los minutos que ganan al día los daneses al evitar las congestiones de las carreteras. Copenhague puede presumir de su poco tráfico. Para que te hagas una idea, si los habitantes de Londres pierden unas 156 horas al año en atascos (casi una semana entera), allí se reduce a 32 horas. La movilidad sostenible también nos hace ganar tiempo.

En conclusión, la reducción del uso de automóviles de combustión no solo tiene un impacto positivo en el medio ambiente, sino que también pueden aportar beneficios económicos considerables y mejorar significativamente la calidad del aire, reduciendo los riesgos para la salud asociados a la contaminación atmosférica. Los ejemplos de Oslo y Copenhague nos muestran los beneficios que obtienen aquellas ciudades que emprenden camino hacia otras formas de movilidad.

 

Fuentes: