Comprar con el corazón… pero con la cabeza puesta en el planeta

A través de nuestras decisiones podemos cuidar el medio ambiente y mitigar los efectos del cambio climático. ¿Te sumas al consumo responsable?
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Ya sea decorando el árbol de Navidad con luces brillantes, construyendo un muñeco de nieve o cantando villancicos a tu gusto, todos tenemos nuestras tradiciones navideñas favoritas. En Friesland, provincia del norte de Holanda, solía celebrarse una icónica carrera de patinaje sobre hielo a lo largo de 200 km y 11 ciudades. Han pasado 24 años desde la última carrera. El cambio climático está poniendo en peligro esta querida tradición invernal.

Hay otras tradiciones que están más relacionadas con las causas del cambio climático que con sus efectos. Hablamos de los regalos que, año tras año, aparecen bajo los árboles de Navidad. No queremos ser el Grinch, pero hoy hablaremos de por qué la Navidad puede convertirse en un enemigo del consumo responsable y el desarrollo sostenible.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Estas Navidades pide un consumo responsable

El impacto del consumo en el cambio climático es innegable. Mantener nuestro estilo de vida supone consumir los recursos que genera la Tierra para un año en menos de 7 meses. Recordemos que, en 2021, el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra fue el 29 de julio.

El modelo actual demanda una gran cantidad de recursos, tiene un alto impacto ambiental en el planeta y nos enfrenta a grandes contradicciones con el desarrollo sostenible. Existe un problema en la forma en la que producimos y consumimos. Un problema que se agudiza en estas fechas. Y es que la verdadera tradición de este día a veces parece limitarse a comprar y regalar.

Tanto es así, que la Navidad se ha convertido en una industria multimillonaria. Solo en Estados Unidos, la Federación Nacional de Minoristas estima que los estadounidenses gastarán entre 942 y 960 mil millones  de dólares durante la temporada navideña. 

 

“Solo en Estados Unidos se espera que se gasten alrededor de 960 mil millones dólares para celebrar la Navidad”

 

Nuestro propósito no es arruinar las fiestas, sino invitarte a reflexionar sobre cuál es la forma más sostenible de expresar tus sentimientos por esa persona especial. El consumo busca avanzar en modelos responsables, mejores para las personas y para el planeta.

 

Celebraciones, ¿un impulso innecesario al consumismo?

Compramos, regalamos, compramos, consumimos. Esta dinámica se repite a lo largo del calendario. Navidades, San Valentín, Carnavales, cumpleaños, el Día del Padre o de la Madre, Halloween, etc. Incluso el propio consumo tienes sus fechas señaladas con el Black Friday o el Cyber Monday.

En realidad, cualquier día que se haya convertido en una celebración más o menos popular, acaba viviendo el mismo proceso y termina por servir para lo mismo: es una excusa para vender y vender más.      

Compramos de forma compulsiva, emocional. Un modus operandi que hace que nos ganemos el nombre de sociedad de consumo, como ya vimos en artículos anteriores. Y es que la situación es preocupante. Vivimos en un sistema de economía lineal donde desgastamos los recursos naturales y generamos toneladas de residuos.

¿Sabías que un tercio de todos los recursos extraídos en el mundo están vinculados a la producción de bienes comercializados? Según un informe publicado en 2020 por el Centro de Comercio y Medio Ambiente del PNUMA y el Panel Internacional de Recursos (IRP), en 2017 el requisito material para el comercio fue tres veces mayor que el comercio directo. Esto es, se extrajeron más de 35 mil millones de toneladas de recursos materiales a nivel mundial para producir 11 mil millones de toneladas de bienes comercializados directamente. Esto significa que un tercio del total de 92 mil millones de toneladas de recursos materiales extraídos en la economía global ese año se destinó a producir bienes para el comercio.

Con estos datos, queda claro que la extracción y procesamiento de recursos naturales no solo afecta a la sobrecapacidad de la Tierra. También aumenta los desechos, las emisiones, la pérdida de biodiversidad, la degradación de la tierra y la contaminación del agua.

Por eso, es necesario abordar los impactos ambientales adversos del comercio y garantizar que el sistema ayude a impulsar la transición hacia una economía circular más justa y sostenible.

 

 

  

Del consumidor pasivo al consumo responsable

Los consumidores tienen poder. Un poder difuso que ejercen cada vez que toman una decisión de compra. Y es que, si bien no podemos intervenir en los procesos de producción, sí podemos comprar y apoyar marcas o productos más sostenibles.

El consumo responsable defiende que otra forma de hacer las cosas es posible y empodera al consumidor para que tome decisiones conscientes sobre cuánto y qué compra, y cómo se produce. Se basa en dos máximas, que son consumir menos y que lo que consumamos sea sostenible.

“El consumo responsable se basa en consumir menos y que lo que consumamos sea sostenible”

Sin embargo, las personas, pese a tener la posibilidad de formar parte del cambio, no tenemos capacidad de cambiar todos los engranajes que hacen funcionar la maquinaría de la  sociedad de consumo. La configuración del modelo productivo de las industrias, así como las leyes y      las políticas públicas deberían ser palancas para corregir esta deriva que solo nos lleva a agravar el cambio climático y a consumir recursos del planeta de una forma innecesaria e irresponsable. 

A pesar de esto, sí podemos contribuir con nuestras decisiones individuales a promover el cambio.  Entonces, ¿qué implica el consumo responsable? ¿Cómo podemos participar en él?

  • Compra local y priorizar productos de temporada, en el caso de los alimentos.
  • Reduce el consumo innecesario.
  • Antepón comprar por necesidad a comprar por moda.
  • Interésate antes de comprar por conocer cuál es la  huella ecológica de los productos o servicios que vas a adquirir.
  • Prioriza calidad a cantidad, sobre todo en textiles, muebles o electrodomésticos.
  • Busca opciones que sean eficientes energéticamente.
  • Apuesta por productos hechos de materiales reciclados.

Comprar implica satisfacer una necesidad o un deseo, pero también activar toda una serie de procesos económicos, sociales y medioambientales. En este sentido, hacerlo de una manera responsable significa cuestionar a la hora de comprar qué es prescindible y qué no; y, después, escoger los productos, no solo por su precio o su calidad, sino también porque son respetuosos con el medio ambiente y porque las empresas que los elaboran cumplen con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). 

A través de nuestras decisiones podemos cuidar el medio ambiente y mitigar los efectos del cambio climático. ¿Te sumas al consumo responsable?