Qué son las inversiones de impacto

El mercado financiero se ha dado cuenta de que la conciencia social también puede ser rentable.
alt-img-sociedad-positiva

Hasta hace unos años, parecía que la rentabilidad estaba reñida con la preocupación por la sociedad o el medioambiente. Es cierto que muchas de las principales compañías contemplan desde hace tiempo la sostenibilidad como una de las patas de su actividad de manera transversal. Pero las inversiones de impacto, un concepto financiero que cada vez está cobrando más fuerza, van mucho más allá en la creciente asociación entre rentabilidad económica y beneficio social. Veamos qué son.

Qué son las inversiones de impacto

Las inversiones de impacto o de impacto social son aquellas que desde su planteamiento tienen el objetivo de beneficiar a la sociedad y/o al medioambiente. No se trata de filantropía ni de donaciones a fondo perdido, sino de inversiones que buscan un retorno de capital como mínimo igual al invertido, pero que deben producir de manera intencionada, cuantificable y medible un impacto positivo en el planeta. Dicho de otro modo, si no hay impacto no hay inversión.

El Pacto Mundial de las Naciones Unidas define las inversiones de impacto como “la colocación de capital en empresas sociales y otras estructuras con la intención de crear beneficios sociales y medioambientales más allá del rendimiento financiero”.

La “intención” como línea divisoria

En los últimos años, herramientas empresariales como esta se han generalizado para solucionar los problemas sociales y medioambientales que nos afectan. De hecho, encontramos otro modelo de financiación que considera activamente el impacto social de sus fondos. Se trata de las inversiones con criterios socialmente responsables (ISR), un tipo de inversión que, desde una perspectiva largoplacista, integra criterios medioambientales, sociales y de gobernanza en el proceso de estudio y de selección de una cartera de inversión.

La inversión de impacto va un paso más allá e incide en que el impacto social o medioambiental positivo de su proyecto sea medible y que se comunique de manera transparente. La principal diferencia entre la inversión tradicional y la inversión de impacto se centra en la intencionalidad, ya que las inversiones de impacto tienen como objetivo principal generar valor social y, solo de manera complementaria, un beneficio financiero. 

Un modelo financiero en constante crecimiento

En los 60, Martin Luther King, Jr. desempeñó un papel esencial en la sensibilización sobre el movimiento por los derechos civiles al dirigirse a las empresas que se oponían a la causa como socialmente irresponsable.

A medida que ha crecido la conciencia en los últimos años sobre el calentamiento global y el cambio climático, la inversión socialmente responsable ha derivado en empresas que impactan positivamente en el medioambiente al reducir las emisiones o invertir en fuentes de energía sostenibles o limpias

Los datos que revela la Comisión Europea sobre esta cuestión son muy interesantes: actualmente una de cada cuatro empresas que se crean en la Unión Europea son empresas sociales, y cuando hablamos de países como Finlandia, Francia o Bélgica ese número aumenta a una de cada tres. En el caso de las inversiones de impacto social, el Global Steering Group (GSG) estima que este tipo de inversión en el mundo se multiplicará por dos en los próximos años y llegará a los 400.000 millones de euros en 2020, aunque aún sigue siendo menor que en las ISR.

Para potenciar que los agentes financieros se comprometan más con el planeta, desde 2009 existe en el ámbito europeo el European Social Investment Forum (EUROSIF), una asociación formada por fondos de pensiones, operadores financieros, centros académicos y de investigación, y ONG cuyo propósito es aumentar las inversiones en las que el criterio de la sostenibilidad, el respeto por el medioambiente y el beneficio social sean nucleares.

El crowdinvesting y otros casos de éxito

El mercado financiero ya cuenta con numerosos casos de cómo la conciencia social también puede ser rentable. El fondo especializado Ship2B, por ejemplo, tiene entre sus activos varios proyectos de impacto social, como una startup de gestión forestal, una plataforma de donaciones en especie, una nueva metodología de aprendizaje de matemáticas o una empresa de lácteos gourmets cuyo objetivo es la inserción laboral.

El crowdfunding ha encontrado una derivada muy atractiva en el mundo de las inversiones, el crowdinvesting, o lo que es lo mismo, plataformas de financiación colectivas que permiten a inversores minoristas acceder a mercados que antes estaban reservados para los grandes capitales.

La Bolsa Social fue la primera plataforma con estas características en solicitar la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Esta empresa social, que funciona como cualquier plataforma de crowdfunding, permite a inversores preocupados por la rentabilidad, pero también por el impacto social y medioambiental de sus fondos registrarse de forma gratuita en su web y acceder a proyectos de impacto en los que poder invertir.

Las instituciones también están siendo un importante motor de las inversiones sociales. El Ayuntamiento de Madrid ha lanzado este mismo año un concurso público de 30 millones de euros para invertir en iniciativas de impacto social o medioambiental.

Fuentes: madrid.es, Naciones Unidas, Expansión, Diario Responsable