Las renovables abren un mar de posibilidades para una desalación de agua más sostenible

La creciente crisis del agua impulsa a la humanidad a mirar hacia el horizonte marino. La desalación surge como una solución viable, pero necesita energía limpia para impulsar su sostenibilidad.
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Hace tiempo que, cuando se habla del problema del agua, la mirada se dirige hacia el mar. Hacia ese horizonte azul donde yacen las esperanzas de una humanidad que necesita beber, regar sus campos y mantener en funcionamiento su economía.

Sin embargo, la desalación del agua del mar también conlleva sus propios retos. Es un proceso intensivo en el uso de energía que, a menudo, procede de combustibles fósiles.

Por suerte, ya se notan vientos de cambio. Vientos y rayos de sol, para ser más exactos. La energía solar y la energía eólica empiezan a alimentar las plantas desaladoras, lo que abarata el proceso y lo hace más sostenible.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

La desalación está redefiniendo el futuro del agua

En un planeta donde el agua parece ser omnipresente, la crisis de escasez hídrica cobra una relevancia apremiante. Es un dato ya por todos conocido: aunque cubre el 71 % del planeta, el 97 % es agua de mar, que no se puede beber directamente o dedicar al uso diario.

El cambio climático, con sus patrones meteorológicos impredecibles y el aumento de temperaturas, agrava una situación ya de por sí desafiante. Para 2030, se prevé que el consumo de agua crezca un 50 %. Sin embargo, dos tercios de la población mundial experimentan actualmente escasez de agua durante al menos un mes cada año, según señala la ONU.

La sequía golpea con especial dureza en zonas como los países mediterráneos o regiones del continente africano, lo que pone en jaque el frágil equilibrio entre nuestros recursos hídricos y la creciente demanda de agua para consumo humano, agricultura y usos industriales.

 

“Dos tercios de la población mundial experimentan actualmente escasez de agua durante al menos un mes cada año”.

 

En este contexto, la desalación de agua se presenta como una solución cada vez más viable para mitigar los efectos de la escasez. Actualmente, hay unas 21.100 plantas de desalinización en funcionamiento para satisfacer las necesidades diarias de agua de más de 300 millones de personas en todo el mundo. Los países del Golfo Pérsico son los mayores productores mundiales de agua desalinizada, representando aproximadamente el 40 % de la producción mundial total. Países como Israel y Arabia Saudita llevan años apostando por esta tecnología para abastecer las necesidades de su población.

De hecho, hoy, los saudíes lideran la producción mundial de agua desalada con una capacidad diaria que alcanzará los 13,32 millones de metros cúbicos a finales de 2024. El país cuenta con 43 plantas desalinizadoras a lo largo de su costa, distribuidas entre el Mar Rojo y la costa este. Entre ellas, se encuentra la planta desalinizadora flotante más grande del mundo, con una capacidad diaria de producción de hasta 25.000 metros cúbicos.

 

Los retos que afronta la desalación (y las renovables como solución)

Sin embargo, el proceso de obtener agua potable de mar no está exento de desafíos. Las plantas requieren de una infraestructura costosa y un suministro estable de energía, que normalmente depende de los combustibles fósiles. Además, requiere una cuidadosa gestión de la concentración de sal resultante.

La ósmosis inversa, uno de los métodos más utilizados, requiere alrededor de tres kilovatios hora por cada metro cúbico de agua desalinizada (1.000 litros de agua). Esto ya es un avance considerable si se tiene en cuenta que hace una década el consumo para producir un metro cúbico de agua desalada llegó a ser de 20 kWh/m3, según recoge El País

 

Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, el panorama está cambiando favorablemente con respecto al uso de energías renovables para procesos de desalación. Las energías eólica y solar fotovoltaica están impulsando una revolución en el sector.

Un estudio del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA) de la Universitat Politècnica de València destaca el enorme potencial transformador de estas fuentes renovables y augura un futuro más sostenible para la producción de agua. Según la investigación, integrar energía solar en las plantas desaladoras puede reducir el coste de desalar agua hasta un 24 %, convirtiendo lo que antes era un proceso caro en una alternativa más accesible y sostenible. Además, si se combinan con sistemas de almacenamiento, se mejora la estabilidad del suministro y se garantiza su correcto funcionamiento en todo momento.

 

             “Integrar energía solar en las plantas desaladoras puede reducir los costes hasta un 24 %”

 

Un rayo de esperanza: la desaladora solar de Arabia Saudí

En la costa del Golfo Pérsico, la ciudad industrial de Jubail, ubicada a unos 100 kilómetros de Dammam en el este de Arabia Saudí, es el hogar de una de las plantas desaladoras más avanzadas del mundo: Jubail 3B. Este proyecto, liderado por ACCIONA en colaboración con SEPCOIII, tiene una capacidad de 570.000 m³/día, suficiente para abastecer de agua a 2 millones de personas en las ciudades de Riad y Qassim. Pero lo más destacado de la desaladora J3B es que está conectada una planta solar gracias a lo que ha logrado reducir el consumo de energía de la red de la desaladora en un 20 % al año.

Al utilizar energía solar para impulsar el proceso de desalación, Marruecos no solo está mitigando el impacto ambiental del proceso, sino que también está asegurando un suministro constante y sostenible de agua para su población. Este enfoque es crucial en un país donde la escasez de agua es una preocupación constante.

El desafío ahora es extender estas soluciones a otras regiones del mundo, especialmente aquellas con una agricultura productiva que podría beneficiarse enormemente de un acceso más asequible al agua dulce. La combinación de tecnología de punta y energías renovables promete transformar la desalación en una herramienta clave para afrontar la escasez hídrica y garantizar un futuro más sostenible para las generaciones venideras.

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