Obsolescencia programada: El grave problema de la basura electrónica
Generamos unos 50 millones de toneladas al año de estos residuos y gran parte acaban en vertederos de países en desarrollo.¿Existe en realidad la obsolescencia programada? ¿Qué consecuencias sobre el medio ambiente tiene el consumo desenfrenado de aparatos electrónicos? Según la ONU, generamos unos 50 millones de toneladas al año de estos residuos que acaban, en un alto porcentaje, en vertederos de países en desarrollo.
Agbogbloshie es un barrio de la ciudad Accra, Ghana, y es un claro caso de este problema, el cual se ha convertido en un vertedero para chatarra electrónica procedente de Europa y Norteamérica, considerado el mayor del mundo.
Hasta ahora, era en Asia, China o India donde terminaba el 70% de esta basura tecnológica, pero en los últimos años, Occidente ha movido el vertedero a África (sobre todo en Ghana y Nigeria). La exportación de residuos electrónicos es ilegal en la Unión Europea, pero la Agencia de Protección Ambiental estadounidense lo clasifica como reciclaje legítimo.
Se estima que, aunque se dice que el envío de material electrónico usado se hace para ‘reducir la brecha digital’, en muchos casos estos equipos son inservibles (entre un 25% y un 75%). Se transportan en contenedores etiquetados como “mercancía de segunda mano” ya que las leyes de la UE sí permiten exportar productos reutilizables.
Obsolescencia programada: ¿Cómo afecta a la generación de residuos?
Ordenadores, impresoras, teléfonos móviles, neveras… En todos estos productos se ha reducido la vida útil: aparatos con los que convivimos ya en nuestro día a día, duran apenas unos años, y de repente dejan de funcionar. A esto, hay que unir la inmediatez a la hora de salida al mercado de nuevos últimos modelos, con actualizaciones, correcciones… que nos invitan a consumir de nuevo, generando unas ingentes cantidades de basura electrónica en países desarrollados.
Ghana: el problema de la toxicidad
- Estos productos electrónicos contienen sustancias y materiales químicos peligrosos que suponen serias amenazas tanto para las personas como para el medio ambiente, como altos niveles de plomo tóxico, cadmio, sustancias químicas como los ftalatos DEHP y DBP (que interfieren en la reproducción) o dioxinas cloradas que están relacionadas con el cáncer.
- A esto hay que sumarle, que este tipo de residuos acaban en países con poca o nula legislación sobre reciclaje o gestión de residuos, como en el caso de este país africano, y que en muchas ocasiones estos residuos son tratados por niños, sin ningún tipo de protección y que incluso manipulan los aparatos con las manos para extraer sobre todo aluminio y cobre. Los materiales se tratan en fogatas al aire libre, liberando polvo y humos contaminantes derivados de la quema (sobre todo de la combustión de PVC). Muchos trabajadores, niños incluidos, terminan enfermando.
Obsolescencia programada: ¿Qué podemos hacer?
- Exigir en la medida en la que podamos, el fin de la obsolescencia programada. Elegir marcas que sepamos que duran más sus productos, exigir en los comercios productos que duren. Francia ha tomado duras medidas recientemente contra la obsolescencia programada, y los empresarios estarán expuestos a penas de cárcel y a multas las compañías, que podrán ascender hasta los 300.000 euros si se descubre que se llevan a cabo este tipo de prácticas.
- Pedir que aumenten los tiempos de garantía de los productos, y que se garantice la existencia de piezas de sustitución.
- Reciclar nuestros desechos electrónicos de forma correcta y exigir que los fabricantes eliminen las sustancias peligrosas en estos productos.
Fuentes: Interpol, UNEP, Greenpeace, ABC News.