Las comunidades andinas velan por el hielo de sus glaciares

Cada año, los pueblos andinos peregrinan al Ausangate para agradecer sus cosechas y su ganado. Pero su montaña sagrada se derrite ante sus ojos. ¿Cómo están superando esta situación?
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Desde hace siglos, el Ausangate ha sido venerado por los pueblos andinos en Perú. Cada año, miles de campesinos peregrinan hasta el santuario del Qoyllur Riti, al pie de esta montaña nevada, para agradecer y pedir por sus cosechas, vicuñas, llamas y alpacas.

Pero el Ausangate ya no es el mismo. El derretimiento de glaciares ha acelerado la desaparición del hielo que cubría uno de los glaciares tropicales más grandes del mundo, dejando la tierra expuesta. Para las comunidades quechuas de Phinaya y Sallani, la pérdida de estos glaciares andinos no es solo un cambio en el paisaje: es una amenaza para su propia supervivencia.

En los últimos 50 años, Perú ha perdido más de la mitad de la superficie de sus glaciares. El Ausangate forma parte de una cadena glaciar en peligro, donde también se encuentra el Quelccaya, a 5.600 metros sobre el nivel del mar. Alguna vez considerado el glaciar tropical más extenso del mundo, ha perdido cerca del 30 % de su masa en los últimos cuarenta años, según la NASA.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Un esfuerzo colectivo para frenar el derretimiento de glaciares andinos

Hace más de diez años, las comunidades de Phinaya y Sallani emprendieron una lucha para proteger sus últimas montañas nevadas. Su esfuerzo dio paso a la creación del Área de Conservación Regional Ausangate, un territorio de más de 66.500 hectáreas en Cusco.

A diferencia de otras zonas protegidas, un área de conservación permite que las comunidades continúen con sus actividades tradicionales, siempre que estén alineadas con los objetivos de conservación. Así, la crianza de alpacas y llamas sigue siendo la base de la vida en Phinaya y Sallani.

"Para nosotros, el Ausangate nos da la vida. Con esta área de conservación vamos a proteger nuestra vida, nuestros animales, nuestras plantas, nuestra agua", explica Fredy Chuquichampi, líder de la comunidad Sallani en este video.

El proceso no fue sencillo. Durante una década, las comunidades trabajaron junto a Conservación Amazónica (ACCA) para recopilar información biológica, ambiental y social, y para llevar a cabo la consulta previa con el Ministerio de Cultura. Aunque en un inicio más comunidades respaldaron la propuesta, solo Phinaya y Sallani persistieron hasta la etapa final. En 2019, el área de conservación recibió el reconocimiento oficial.

Ahora, otras comunidades han retomado la idea de proteger sus territorios. La comunidad Ausangate busca que 12.847 hectáreas sean reconocidas como Área de Conservación Privada con el respaldo de ACCA. Además, otras dos comunidades han establecido Zonas de Agrobiodiversidad, contribuyendo a la conservación del paisaje.

 

Conservar los bofedales para frenar la crisis hídrica

El derretimiento de glaciares andinos ha obligado a las comunidades a buscar alternativas para conservar el agua. El Instituto Nacional de Investigación de Glaciares y Ecosistemas de Montaña ha identificado 5.662 hectáreas de bofedales, humedales de altura que funcionan como esponjas naturales para regular el agua y que son esenciales para la crianza de alpacas.

"Existe la preocupación por la pérdida de los glaciares andinos y la inminente reducción del agua en las montañas nevadas. Queremos lograr un uso más eficiente del agua de lluvias y fortalecer la organización comunal para su manejo", explica Ronald Catpo, director de Conservación de ACCA.

Desde 2020, se han restaurado más de cincuenta hectáreas de bofedales para mejorar su capacidad de retención de agua y su función como sumideros de carbono. También han fortalecido sus conocimientos tradicionales sobre el manejo del agua y buscan almacenar más agua de lluvia. "No solo estamos cuidando el agua para Phinaya y Sallani. El agua beneficia a todas las comunidades", comenta Chuquichampi en un video.

 

La ruta del cambio climático y el turismo sostenible

El área de conservación también ha traído nuevas oportunidades económicas para las comunidades, como el ecoturismo. Así nació la Ruta del cambio climático Phinaya te Espera, una iniciativa de ACCA para generar ingresos y concienciar a los visitantes sobre el impacto del cambio climático en los glaciares. Esta ruta turística cuenta con el apoyo del Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, que ha permitido capacitar a las comunidades en gastronomía y atención al turista.

A pesar de los avances, el Ausangate afronta grandes desafíos. El cambio climático sigue acelerando el derretimiento de glaciares, afectando la seguridad hídrica y la biodiversidad de la región. En 2025, declarado el "Año Internacional de la Conservación de los Glaciares" por Naciones Unidas, se resalta la urgencia de proteger estos ecosistemas en peligro. En Ausangate, las comunidades andinas ya están haciendo su parte. Ahora, el reto es que el mundo también escuche su llamado.

 

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