Mujeres indígenas y biodiversidad, cuidadoras invisibles de la naturaleza

Desde las montañas de los Andes hasta las profundidades de la Amazonía, las mujeres indígenas tejen una red de vida que sostiene la biodiversidad y las tradiciones ancestrales. Sin embargo, sus valiosas contribuciones a menudo se pierden en el silencio.
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Hay cerca de cuatrocientos setenta y seis millones de personas que se identifican como indígenas en todo el planeta, lo que representa el 6,2% de la población mundial. De esta cifra, la mitad corresponde a mujeres, es decir, más de doscientos cuarenta millones. Si los pueblos indígenas formaran un solo país, sería el tercero más poblado del mundo. Solo el número de mujeres indígenas supera la población total de países como Nigeria, Pakistán o Brasil, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Sin embargo, ellas no son simplemente habitantes de sus territorios; son cuidadoras de la vida. Custodian las semillas nativas, producen alimentos, cuidan de las plantas ancestrales y transmiten su conocimiento de generación en generación. En sus manos, esta conexión especial con la tierra garantiza la conservación de la biodiversidad y, al mismo tiempo, sustenta la vida de sus comunidades. A pesar de su importancia, este trabajo esencial permanece muchas veces en la sombra.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Conoce a las mujeres indígenas que conservan la biodiversidad

Diversos estudios resaltan el papel fundamental de las mujeres indígenas en la conservación de la biodiversidad. “Las pruebas demuestran que la participación y el liderazgo de las mujeres en la gestión de los recursos naturales conducen a una mejor gobernanza y a mejores resultados ambientales”, señala una investigación de WWF, CARE y EnGen Collaborative.

Por ejemplo, desde los Andes hasta la Amazonía, las historias de resistencia y resiliencia de las mujeres indígenas son un legado vivo. En la Amazonía de Colombia, las mujeres del resguardo Mirití-Paraná se han convertido en guardianas de las abejas sin aguijón y han recuperado su importancia cultural mediante los relatos de sus abuelos. El rescate de estas abejas no solo fortalece su identidad, sino que también promueve la sostenibilidad en sus territorios.

Del mismo modo, en Perú, las awajún, también conocidas como nuwas, protegen las plantas medicinales de la zona en la habitan. En medio de la deforestación del Alto Mayo, han logrado recuperar más de cien plantas medicinales como el jengibre amazónico, el achiote, el toé o el pijipiji, y hasta han lanzado su línea de infusiones, que promueven tanto la salud como la tradición ancestral.

Más al sur, en Chile, Zunilda Lepín es la guardiana de un tesoro de semillas ancestrales. Su herencia mapuche le permite conservar las semillas de nísperos, aceitunas, cerezos, canelos, entre otros. Así, se ha convertido en la cara visible del resurgimiento del trafkintu, un tradicional trueque de semillas a través de la Red de Semillas Libres Wallmapu. Este proceso empodera a su comunidad y también fomenta la seguridad alimentaria.

 

Los desafíos de cuidar la naturaleza

A pesar de estas historias, las mujeres indígenas a menudo son ignoradas en las estrategias de conservación de la biodiversidad. La misma investigación de WWF, CARE y EnGen Collaborative advierte que históricamente han afrontado barreras significativas a la hora de participar e influir en la conservación, además de beneficiarse de ella.

Uno de los mayores retos es la propiedad de las tierras. Aunque las tierras indígenas suelen manejarse de manera comunal, apenas el 3% de los marcos legales en treinta países garantizan la participación de las mujeres indígenas y rurales en decisiones comunales sobre la tierra, según un informe de la Iniciativa para los Derechos y los Recursos. Esto limita su acceso a la tierra y, por ende, su capacidad para gestionar efectivamente los recursos naturales.

Otro obstáculo es la falta de visibilidad y representación en espacios de toma de decisiones. Según la FAO, menos del 10% de las mujeres indígenas participa en la gestión de la biodiversidad en sus comunidades, lo que frena su capacidad de influir en políticas que afectan directamente sus vidas.

Además, el cambio climático también tiene su propio impacto. Diversos informes muestran que las mujeres indígenas resultan afectadas desproporcionadamente debido a su dependencia directa de los recursos naturales para su subsistencia. Esto incluye impactos como la pérdida de cultivos, el acceso limitado al agua y fenómenos climáticos extremos que hacen peligrar sus territorios y formas de vida.

En un mundo que se enfrenta a crecientes desafíos ambientales, el papel de las mujeres indígenas como guardianas de la biodiversidad es más crucial que nunca. Su sabiduría ancestral y conexión con la tierra son esenciales para el cuidado del planeta. Empoderarlas y reconocer su impacto positivo en la lucha contra el cambio climático es vital para construir un futuro más justo y sostenible.

 

Fuentes: