Guía para consumir pescado de forma responsable
Muchas de las reservas de pescado del mundo están sobreexplotadas y un consumo responsable ayudará a su aprovechamiento sostenibleLa conservación de la flora y la fauna acuática se ve seriamente condicionada por factores externos como el aumento global de la temperatura del agua y la acidificación de los océanos. Además, la sobreexplotación de la especies marinas como recurso alimenticio también supone una amenaza para la vida oceánica, no únicamente por las técnicas de pesca destructiva, sino también por la falta de un consumo responsable de pescado.
¿Qué pueden hacer los consumidores para colaborar en la conservación de las especies marinas? Un consumo responsable siguiendo una serie de pautas es básico para garantizar la sostenibilidad del sistema:
- Exigir etiquetado: es importante comprar únicamente productos con el etiquetado oficial, donde se recoge toda la información requerida por las autoridades competentes.
- Averiguar método de pesca: comprar pescado y marisco obtenido de manera sostenible garantiza la continuidad de las especies y además genera empleo de mayor calidad en el sector pesquero. Rechazando la pesca capturada mediante técnicas agresivas o destructivas se logrará que ésta desaparezca.
- Apostar por el consumo local: consumir productos que hayan sido obtenidos en áreas locales o cercanas garantiza una pesca más sostenible, además de un menor nivel de contaminación de CO2 al reducir los trayectos de transporte.
- Consumir pescado de temporada: de manera más genérica, informarse y conocer qué productos están en época de captura ayuda al consumidor a elegir la opción más sostenible –y sabrosa- en cada época del año dependiendo de su zona geográfica.
Crecimiento mundial del consumo de pescado
La aplicación de estos sencillos pasos se antoja todavía más importante hoy en día que en los años precedentes dado que los niveles de consumo están aumentando en todo el mundo. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) superó en 2015 los veinte kilos por persona por primera vez en la historia.
Sin embargo, a la vez que ha aumentado este consumo global, la propia agencia dependiente de Naciones Unidas informa de que las reservas mundiales no han mejorado sus niveles, por lo que de seguir aumentando el ritmo de consumo sin una estrategia de desarrollo sostenible, los caladeros se verán expoliados.
La acuicultura, el futuro más próximo
Ante este agotamiento de las reservas naturales, la FAO, en colaboración con el Banco Mundial y el Instituto Internacional sobre Políticas Alimentarias, ha generado un informe en el que prevé que en 2030 dos tercios del consumo mundial de pescado, tanto el que se destina a consumo humano –un 77 %- como el que se utiliza para crear aceites y harinas de pescados –el restante 23 %- provendrá de la acuicultura.
La acuicultura es el empleo de técnicas y conocimientos de crianza de especies marinas, que puede llevarse a cabo en el propio medio natural –agua dulce o salada- o en instalaciones preparadas para tal fin. En el lado positivo, la acuicultura permite un control casi absoluto de las condiciones de crianza y vida del pescado, lo que incrementa su calidad; se puede realizar una selección de los mejores individuos en busca de las mejores características y la pesca resulta menos estresante para el pez que en mar abierto.
En el lado negativo, la acuicultura contamina las aguas adyacentes con antibióticos y desperdicios y algunas especies como el salmón, que en su entorno natural realizan mucho ejercicio, en cautividad tienen peor textura y sabor porque no necesita moverse tanto y está más blando.
En el mismo informe se recoge también que tanto la pesca tradicional como la acuicultura son un de generador de empleo, alimento sano y oportunidades económicas, en especial para aquellas comunidades de menor envergadura. En el lado negativo, apunta la investigación, el cambio climático supone una grave amenaza para la pesca tradicional y los brotes de enfermedades a gran escala en la acuicultura son dos desafíos muy grandes.
Fuentes: Greenpeace, FAO y FAO II.