Top 10 ecosistemas más amenazados
La UICN ha publicado su lista de ecosistemas más amenazados. Nueve están en grave riesgo y uno es ya irrecuperable. ¿Quieres conocerlos?
Top 10 ecosistemas más amenazados
Un ecosistema es una comunidad de seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí y se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente. La Tierra está plagada de estos espacios que son fuente inagotable de biodiversidad y cuya importancia en la composición del hábitat de un país es irrechazable.
Sin embargo, no son pocos los ecosistemas que se encuentran en grave riesgo de supervivencia a causa de la interacción humana. Para atraer la atención sobre ellos, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha elaborado una lista con los diez más amenazados.
La UICN clasifica los ecosistemas según su riesgo de desaparición, existiendo ocho categorías: no evaluado, datos insuficientes, preocupación menor, casi amenazado, vulnerable, en peligro, en peligro crítico y colapsado. En el caso de esta lista, todos están en peligro de extinción excepto el último ecosistema –el Mar de Aral- ya colapsado y por lo tanto irrecuperable.
Arrecifes de coral del Caribe
La barrera natural que protege el litoral caribeño está en grave riesgo de desaparición por diversos motivos, entre los que se cuentan la explotación turística, la sobrepesca y el calentamiento global.
Un estudio reciente del World Resources Institute cifra las pérdidas económicas ante una posible extinción del ecosistema en una cantidad que oscila entre 350 y 870 millones de dólares al año.
Según advirtió el año pasado un informe de la Red Mundial de Vigilancia de Arrecifes Coralinos (GCRMN), la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza (UICN) y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP), una importante parte de los arrecifes coralinos caribeños podrían llegar a desaparecer en tan sólo solo dos décadas por la paulatina falta de peces herbívoros.
Bosques laminariales de Alaska
La costa de Alaska está protegida por un ecosistema de algas que son el entorno perfecto para la aparición de multitud de especies, incluidos bancos de peces de explotación comercial. Además, son una barrera natural para el duro oleaje del norte de Estados Unidos y absorben el dióxido de carbono.
Sin embargo, estos bosques laminariales (también llamados bosques de kelp) están seriamente amenazados por vertidos contaminantes y la sobrepesca, que destruyen la cadena alimenticia de la nutria y permiten a los erizos de mar arrasar con las algas.
Estos bosques submarinos pueden crecer hasta medio metro al día y alcanzar los 80 metros de altura. Crecen en aguas ricas en nutrientes y siempre en temperaturas por debajo de los 20 0C, por lo que incrementos en la temperatura del agua afecta negativamente a su valor ecológico.
Humedales de la cuenca Murray-Darling
La cuenca hidrográfica de los ríos Murray y Darling, en Australia, con una longitud de más de 3.500 kilómetros, no sólo abastecen de agua a la zona más poblada del país (Adelaida, Melbourne y Sídney), sino que además dan vida a la fauna y la flora de una gran cantidad de pantanos, bosques y lagos.
El mayor enemigo de estos humedales es la explotación agrícola, que ha supuesto la desaparición de la vegetación propia de la zona y la sequía de algunos tramos del río Murray (se calcula que está al 18% de su capacidad), causando la subida del nivel de salinidad.
Recientemente, la Autoridad de la Cuenca Murray-Darling ha decidido reducir el consumo de agua por parte de los regadíos - 2.750 gigalitros menos respecto a 2009 – para garantizar un uso sostenible del agua.
Pantanos costeros de la cuenca de Sídney
Este entorno natural de Australia, en el que se encuentra enclavado su ciudad más poblada, Sídney, es uno de los más amenazados.
La Oficina de Medio Ambiente y Patrimonio de Nueva Gales del Sur señala que en los dos últimos siglos ha desaparecido el 60% de humedales de la costa del estado. ¿Las razones? Son múltiples y todas tienen que ver con la interacción humana: fracking, urbanización, minería del carbón, otras actividades emisoras de gases de efecto invernadero, introducción de especies invasoras…
Manantiales kársticos del sur
De las cincuenta especies de cangrejos que habitan el parque Piccaninnie Ponds, en la costa meridional de Australia, 34 de ellas están en peligro y peligro crítico de extinción.
Esta triste realidad responde a la desaparición de la capa freática –acumulación de agua subterránea- que aflora a la superficie. 862 hectáreas de estos manantiales están protegidas frente a la explotación del ser humano, pero según la UICN no es suficiente si se quiere salvar todo el ecosistema.
Como dato curioso, se debe mencionar que en 2013 Piccaninne Ponds entró a formar parte de la lista de humedales más importantes del mundo.
Lagunas Coorong y estuario del río Murray
El empleo del agua de sus humedales como recurso de regadío para las extensiones agrícolas adyacentes es el mayor desafío al que se enfrentan las Lagunas Coorong en el estuario del río Murray. Con una extensión de litoral de 140 kilómetros, la UICN y WWF coinciden en catalogar a este ecosistema en peligro crítico.
La Convención Ramsar incluyó las Lagunas de Coorong en su listado de parques naturales y ha logrado evitar su total desaparición, si bien es cierto que únicamente el 10% de la extensión permanece inalterada.
A principios de este mismo año, las autoridades de Australia Meridional pusieron en marcha un dragado del fondo del río Murray en su desembocadura en el parque nacional del Coorong. El objetivo fue mantener un caudal mínimo retirando una parte de la arena del fondo y depositándola en las playas cercanas para facilitar la salida del torrente fluvial.
Matorrales de 'fynbos' de El Cabo
Otro de los ecosistemas más amenazados del mundo se encuentra en El Cabo, al sur del continente africano. Con unas extensiones que dan cabida a 8.500 especies de plantas vasculares –el 70% de ellas endémicas-, los matorrales de fynbos están en grave riesgo de desaparición a causa de los incendios, la expansión urbanística y la explotación agrícola.
Además, la introducción de especies invasoras vegetales y animales pone también en graves apuros la composición natural de la zona.
Precisamente esta área protegida de la región Floral de El Cabo fue incluida por la Unesco en su lista oficial de sitios Patrimonio de la Humanidad con otros veintiséis escenarios del mundo. El organismo internacional destaca que casi el 20% de todas las especies vegetales nativas de África son propias de este ecosistema.
Turberas elevadas de Renania
En las turberas de Hunsrück y Eifel, en la región alemana de Renania, varias especies vegetales y animales han entrado en la lista de especies raras debido a la paulatina destrucción de su entorno.
El ecosistema compuesto por montículos, depresiones y zonas encharcadas da cabida a una innumerable cantidad de organismos bajo el que subyace una gran cantidad de carbono y que al ser destruido libera gases de efecto invernadero que alteran las condiciones del hábitat.
Bosques de acacias en la cuenca del río Senegal
Especialmente grave es el problema en la cuenca del río Senegal. Comunidades indígenas de Senegal, Mali y Mauritania se han visto desplazadas a causa de la agricultura intensiva, la construcción de presas y la sobreexplotación ganadera.
Las llanuras de inundación, que ofrecían un equilibrio óptimo entre subida de aguas y sequías, han sido alteradas e incluso las aves granívoras que colaboraban en el mantenimiento del ecosistema han tenido que emigrar.
Mar de Aral
El caso del Mar de Aral, probablemente seco después de 600 años, es el símbolo de la destrucción. La UICN ya ha catalogado este ecosistema como irrecuperable, y es que ha pasado de ser el cuarto lago más grande del mundo a no estar ni siquiera entre los veinte primeros.
Ha perdido 28 de sus especies autóctonas a causa de la desertización, y además los pesticidas y la salinidad del agua hacen imposible que se pueda seguir cultivando algodón y cereales, lo que representaba un motor económico para la zona.
El Mar de Aral estaba abastecido por los ríos Amu Darya y Syr Darya, dos de los más caudalosos de Asia Central. En la década de los 60, el gobierno soviético decidió montar una macroplataforma de regadío, incluyendo 20.000 millas de canales, 45 presas y más de 80 embalses para dar servicio a los campos de agricultura de Kazajistán y Uzbekistán.
Fuentes: El País, Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, La Convención de Ramsar, The Guardian, 101 viajes increíbles, ABC, Clarín y National Geographic.